"Un pedido a Orula" is a Cuban - cancion, just with guitar vocals about the author visiting a Paladar in Havana and the story goes on.
VOZ 1: Un día vengo caminando por una calle, vaya las cosas que le pasan a uno y eso, vengo caminando por una calle y de buenas a primeras sale un, un hombre, de una puerta y se para en el medio de la calle y empieza a gritar ay, Orula, ay, Orula y le hace un pedido a Orula.
Orula, bueno, es el dios, el adivino, el que todo lo sabe, y entonces él e estaba haciendo un pedido y, y yo le pregunto, ven acá mi hijo ¿Por qué tú haces ese pedido? ¿Qué te sucedió? Y, y aquel ciudadano me contestó y me dijo, mira chico, a mí me sucedió, esto, esto, esto y esto y en base a lo que él me habló bueno pues yo, eh, yo compuse esta canción titulada precisamente así: Un pedido a Orula y dice:
Me invitó un amigo mío
a comer un plato especial
en la calle de una barriada,
en una casa particular
con dos mesas en la sala
y otras tres en el portal,
no cabían dudas, señores,
aquello era una paladar.
Y allí pasamos la tarde
y me sentí tan feliz
comiendo masas de puerco
tostones y arroz congrí.
Contento con el progreso
también quise cooperar
y a la hora de pagar
saqué mis cincuenta pesos
y mi primo se reía
a mandíbula batiente
al tiempo que me decía
mira que eres inocente.
Cincuenta pesos,
acaso tú no sabes que
para comer en esta paladar
todo lo tienes que pagar con fulas,
yen japonés, marco alemán
tiene que ser solo moneda dura
porque aquí no te van a aceptar
y esto te lo puedo asegurar
que tú lo pagues con moneda nacional.
Y aquel hombre como desesperado, allá en la calle gritaba y decía así:
Ay, Orula, aché me tienes que dar
para tener fulas y comer en la paladar
masas de puerco, tostones y arroz congrí.
Oye, con un solo fula todo eso yo me comí,
Que yo sí fui.
Ay, Orula, aché me tienes que dar
para tener fulas y comer en la paladar,
allí lo mismo vas a encontrar
pollo frito que paella,
tú no te podrás quejar
el servicio es cinco estrellas.
Ay, Orula, aché me tienes que dar
para tener fulas y comer en la paladar.
Óiganme y había un hombre sentado, allá en el banco de un parque, medio dormido, medio borracho también y escuchó aquello y se levantó y decía:
Ay, Dios mío, y qué hago yo, caballeros, si yo no tengo ni un tío en el extranjero. Ay, Dios.
Ay, Orula, aché me tienes que dar
para tener fulas,
para tener fulas, Orula,
para tener fulas y comer
en la paladar.